Uno de los textos ganadores de la convocatoria "Monólogos en cuarentena" de Cuarentenact y Canal Zoom
DRAMATURGO NICOLAS GONZÁLEZ GUTIÉRREZ
Novedades de una vida irrelevante...
domingo, 28 de febrero de 2021
domingo, 19 de agosto de 2012
Escribiendo...
lunes, 9 de enero de 2012
Improvisando.
B: ¿Otra vez vas a fumar?
A: ¿Te importa?
B: Hay que concentrarse.
A: Si, claro, concentrarse. Dame mis malditos cigarrillos.
B: ¡No hay que perder tiempo!
A: Estamos perdiendo tiempo mientras discutimos si me pasas los cigarrillos o no.
B: ¿Ya hiciste tu parte?
A: Dame...
B: ¿Eh? ¿La tarea que tanto haz demorado?
A: Mis...
B: ¿Qué pasa, estás dudando que lo tuyo sea esto?
A: Cigarrillos.
B: O si no, ¿qué?
A: ¿Por qué tenemos que llegar siempre a los extremos? Ya esta hecha tu maldita parte. Qué cosa con esta falta de solidaridad.
B: ¿Ves que tú mismo podías ir por tus cigarrillos? En este trabajo no nos podemos dar el lujo de ser débiles.
A: Caramba, qué miedo.
B: Este es un trabajo donde hay que estar en la línea de fuego todo el tiempo.
A: Ah, ahora le llamas así...
B: Claro y por supuesto el que fumes es un problema grave.
A: En las películas viejas todos fuman en todas partes, hasta en los hospitales. Además, no es para tanto. En verdad la guerra te marcó.
B: ¡No es cierto!
A: Claro, hablas como un villano de película.
B: Mira, deja de estar hablando mierda y pásame los panes que amasaste, que ya está listo el horno. ¡Ah, cómo me emputa que fumes en la cocina!
Oscuro
lunes, 26 de diciembre de 2011
domingo, 11 de diciembre de 2011
Savinelli Oom Paul
domingo, 4 de diciembre de 2011
Acerca de la dramaturgia emergente (Editorial Micra # 7)
Acerca de la dramaturgia emergente
“Como un perro que intenta mantener
quieto un río entre los dientes.”
Thomas Richards . “El trabajo con Grotowski
sobre las acciones físicas”
No sabemos lo que traemos entre manos –entre dientes, como dice Richars-. Hablamos todos los días de algo que la mayoría intuimos o creemos intuir, pero que pocos realmente comprenden. Hacemos encuentros, gastamos cientos de cuartillas, acabamos con las teclas del computador, derrochamos tinta en cuadernos. Nos pasamos la vida tratando de crear vida en el papel para que otros creen vida sobre las tablas. Vaya pretensión. Cuánta megalomanía viene con el epíteto dramaturgo. Queremos ser dioses a través de nuestro arte, de nuestras letras. Y en cierta medida lo logramos. Acierto y error. Error constante. Pero no seamos tan pesimistas, algunos de nuestros intentos de alfarería dramatúrgica culminan en una bella pieza que un director y unos actores se encargan de poner en movimiento para deleite de los espectadores. Dioses: los dramaturgos como motores de la maquinaria de la vida artesanal (no artificial)
No obstante, nuestro orgullo todopoderoso es asimismo nuestro declive y nuestro pecado. La mayoría de las veces que escribimos apenas si alcanzamos a dar un atisbo de la verdadera vida ( Y como vida no quiero que se interprete naturalismo) La porcelana se quiebra, el río fluye entre nuestras fauces sin detenerse, porque el poder de inmortalizar la(s) existencia(s) sólo se asimila con la práctica. Ahí radica la incomprensión, en el desconocimiento y descreimiento del oficio. Personalmente yo no lo conozco, debo aceptarlo, estoy en el camino de entenderlo. Y aún así vagabundeo entre desvaríos y cuartillas de escenas que no van a ninguna parte. Porque aún no me someto a rigor y la manía de analizar, de atomizar hasta el cansancio los componentes de la vida. Y creo, lanzando palabras al aire, a muchos les pasa. Escribimos diálogos y formulamos acotaciones y ya por eso creemos que hacemos textos dramáticos. Estamos tratando de llegar a la luna con una cama elástica. Thomas Richards parafrasea a Grotowski quien a su vez cita palabras de Stanislavski con un proverbio ruso que reza: “Si vas errante, alzas los ojos al cielo y das un gran salto a las estrellas, sólo caerás al barro” Barro con el que hacemos nuestras “pruebas” dramatúrgicas.
Se escucha mucho por estos días acerca de la “dramaturgia emergente” y sus representantes. Yo diría más que se trata del sueño dorado y sus alquimistas obstinados. Porque eso somos, científicos medio locos recluidos en nuestros laboratorios subterráneos (La Red Nacional de Dramaturgia, la Revista Micra, el SIDRA) probando fórmulas para grabar la vida en el papel y que ésta en algún momento de un salto a las tablas. Unos dormimos más que otros en nuestros ruidosos camastros; unos están más ciegos que otros por releer papeles a la luz de la vela de las ideas. Pero una sola cosa es cierta: aún no sabemos lo que traemos entre manos, ni siquiera los dramaturgos consumados… Pero estamos en el mismo sendero, el sendero de llevar la dramaturgia hasta sus últimas consecuencias.
Estamos en la lucha constante de pasar del sueño de ser creadores a realmente tener el poder de crear…