domingo, 11 de diciembre de 2011

Savinelli Oom Paul






Un regalo de Germán villamizar por restaurar sus pipas. Esta pipa tenia un agujero en la parte posterior del hornillo que ya estaba llegando a la superficie, y que había abierto un enorme boquete al interior de la pipa, es decir no tenía tiro. Se reconstruye esta pipa con carbón sintético.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Acerca de la dramaturgia emergente (Editorial Micra # 7)

Acerca de la dramaturgia emergente

Como un perro que intenta mantener

quieto un río entre los dientes.”

Thomas Richards . “El trabajo con Grotowski

sobre las acciones físicas”

No sabemos lo que traemos entre manos –entre dientes, como dice Richars-. Hablamos todos los días de algo que la mayoría intuimos o creemos intuir, pero que pocos realmente comprenden. Hacemos encuentros, gastamos cientos de cuartillas, acabamos con las teclas del computador, derrochamos tinta en cuadernos. Nos pasamos la vida tratando de crear vida en el papel para que otros creen vida sobre las tablas. Vaya pretensión. Cuánta megalomanía viene con el epíteto dramaturgo. Queremos ser dioses a través de nuestro arte, de nuestras letras. Y en cierta medida lo logramos. Acierto y error. Error constante. Pero no seamos tan pesimistas, algunos de nuestros intentos de alfarería dramatúrgica culminan en una bella pieza que un director y unos actores se encargan de poner en movimiento para deleite de los espectadores. Dioses: los dramaturgos como motores de la maquinaria de la vida artesanal (no artificial)

No obstante, nuestro orgullo todopoderoso es asimismo nuestro declive y nuestro pecado. La mayoría de las veces que escribimos apenas si alcanzamos a dar un atisbo de la verdadera vida ( Y como vida no quiero que se interprete naturalismo) La porcelana se quiebra, el río fluye entre nuestras fauces sin detenerse, porque el poder de inmortalizar la(s) existencia(s) sólo se asimila con la práctica. Ahí radica la incomprensión, en el desconocimiento y descreimiento del oficio. Personalmente yo no lo conozco, debo aceptarlo, estoy en el camino de entenderlo. Y aún así vagabundeo entre desvaríos y cuartillas de escenas que no van a ninguna parte. Porque aún no me someto a rigor y la manía de analizar, de atomizar hasta el cansancio los componentes de la vida. Y creo, lanzando palabras al aire, a muchos les pasa. Escribimos diálogos y formulamos acotaciones y ya por eso creemos que hacemos textos dramáticos. Estamos tratando de llegar a la luna con una cama elástica. Thomas Richards parafrasea a Grotowski quien a su vez cita palabras de Stanislavski con un proverbio ruso que reza: “Si vas errante, alzas los ojos al cielo y das un gran salto a las estrellas, sólo caerás al barro” Barro con el que hacemos nuestras “pruebas” dramatúrgicas.

Se escucha mucho por estos días acerca de la “dramaturgia emergente” y sus representantes. Yo diría más que se trata del sueño dorado y sus alquimistas obstinados. Porque eso somos, científicos medio locos recluidos en nuestros laboratorios subterráneos (La Red Nacional de Dramaturgia, la Revista Micra, el SIDRA) probando fórmulas para grabar la vida en el papel y que ésta en algún momento de un salto a las tablas. Unos dormimos más que otros en nuestros ruidosos camastros; unos están más ciegos que otros por releer papeles a la luz de la vela de las ideas. Pero una sola cosa es cierta: aún no sabemos lo que traemos entre manos, ni siquiera los dramaturgos consumados… Pero estamos en el mismo sendero, el sendero de llevar la dramaturgia hasta sus últimas consecuencias.

Estamos en la lucha constante de pasar del sueño de ser creadores a realmente tener el poder de crear…